La sonrisa etrusca, de José Luis Sampedro. En uno de los intentos que tuve por encontrar un libro que se alejara de lo que nos mandaban en el colegio, me crucé con esta novela en la biblioteca de mis padres. No sé bien qué fue lo que me hizo coger ese entre todos los que había, pero acabó por ser el libro que me descubrió el motivo por el que, a día de hoy, sigo leyendo. Fue el primer libro con el que me emocioné y, por eso mismo, volvería a leerlo por primera vez para sentir la misma sensación que tuve cuando lo acabé.
Mini va a la playa, de Christine Nöstlinger. Si hay un libro que me haya acompañado en mi infancia, es este; así que, sin duda, volvería a los siete años para leerlo por primera vez y unas cuantas más después, como he hecho. No sé qué es lo que tiene este libro que me gusta tanto. El verano, quizá. O lo que mola Mini, también.
¿Qué libro te gustaría recomendar a tu alumnado de Secundaria, recordando las lecturas que tú tenías a esa edad?
Es probable que les recomendara Alerta Bécquer, de Miguel Mena. Es una lectura entretenida, fácil y divertida, que les acercaría a la figura del poeta romántico español por excelencia –aprovechando el tirón que se le da en los centros y en alguna asignatura del máster– sin necesidad de leer su poesía.
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