lunes, 18 de marzo de 2019

Herramientas digitales en mi práctica docente e investigadora

Empiezo esta lista de herramientas digitales reconociendo que soy de esas personas que intentan poner un poco de resistencia al avance tecnológico, sobre todo, a nivel personal. Con una de las últimas actualizaciones del software, apareció dentro de los ajustes de mi móvil la pestaña “Tiempo de uso”, que me permite saber cuántas horas de mi día empleo o pierdo –no tengo claro cuál de los dos verbos se ajusta más a esta invasión (permitida) de mi intimidad– en las diferentes aplicaciones. Como era de esperar, los porcentajes que conozco al final del día me asustan y me demuestran que, a pesar de oponerme a ello, mi dependencia a estos aparatos tecnológicos, y todo lo que hay dentro de ellos, es mucho mayor de lo que me gustaría. 

No obstante, tengo que reconocer que la presencia de la tecnología en mi vida me ha facilitado mucho mi labor académica. De hecho, me cuesta imaginar cómo habría sido hacer un TFG, un TFM y muchos trabajos más, sin un ordenador y sin toda la inmediatez y la rapidez de buscar vía internet lo referido a información y bibliografía porque, prácticamente, ya era el modo natural de operar cuando yo empecé la carrera; o también a la hora de prepararme las clases que impartí durante las prácticas. 

Aquí van las diez herramientas digitales más usadas en mi práctica investigadora: 

1)  Word. Este procesador de textos lo utilizo para tomar apuntes o redactar trabajos académicos, por eso, recurro a él con mucha frecuencia y llevo tanto tiempo usándolo que ni me acuerdo de cuándo fue la primera vez. Sin embargo, disfruto mucho escribiendo a mano, de ahí que todos los escritos más personales salgan de la tinta de un bolígrafo. Incluso, a la hora de recoger información para un trabajo lo hago a mano, y en eso tengo que reconocer que pierdo mucho tiempo, pero me gusta. 

2)   YouTube. Dentro de mi vida personal, ocupa un lugar bastante importante y, además, es mi aliada a la hora de hacer un trabajo. Cuando tengo que buscar la concentración para redactar o buscar información, recurro asiduamente a varias listas de música para centrarme en lo que estoy trabajando. También me salva en situaciones de saturación y negación, pues, me pongo cualquier vídeo que me permita desconectar y retomar mi tarea cuanto antes (aunque a veces no ocurre así y acabo enlazando vídeos). Por otra parte, creo que es una herramienta muy útil de la que hacer uso como docente por la diversidad de contenido que hay en ella. Permite amenizar la explicación dentro del aula con ejemplos audiovisuales que enriquecen lo expuesto y que, seguramente, jueguen a favor del interés del alumnado.    

3)  Google. Todo lo que quieras saber sobre cualquier cosa a un solo clic. La presencia de este buscador de información en mi vida es fundamental, ya sea dentro del proceso de investigación o a nivel personal. No soy consciente desde cuándo lo uso, pero me ha servido tanto para buscar información para mis trabajos académicos, como para saber que si calientas una Torta del Casar en el horno o microondas arderás en el infierno, por ejemplo. 

4)  PowerPoint. El hecho de que me hayan obligado desde el instituto a acompañar mis exposiciones de una presentación ha terminado por hacerme dependiente de ellas. Cuando expongo estoy mucho más segura si tengo diapositivas en las que apoyarme. Asimismo, creo que es una herramienta muy útil para explicar en el aula ciertos contenidos de la materia, así que, sin duda, recurriré a ella, siempre y cuando las instalaciones del centro lo permitan. 

5)  Twitter. Esta red social se ha convertido en mi periódico personalizado. A partir de ella, puedo acceder a todo el contenido cultural, político y social que quiera (y a alguna que otra tontería, también). Asimismo, desde que hemos empezado con #INVTICUA19, me ha sorprendido ver la cantidad de docentes que comparten propuestas didácticas y experiencias en ella, y que me están resultando muy interesantes. 

6)   Diccionarios en línea. Si hay algo que no entiendo, e incluso a veces me molesta, es que algunas personas piensen que por ser filóloga tienes que saber el significado de todas las palabras que hay en el diccionario. Siempre que redacto un trabajo tengo abiertos el DRAE y el Wordreference para cualquier duda de significado de una palabra o para buscar sinónimos. Siempre. 

7)  Academia.edu / Biblioteca Virtual Cervantes / Dialnet. En mi práctica investigadora recurro con frecuencia a estos portales para encontrar información fiable sobre el trabajo en cuestión. Los tres me han sido muy útiles especialmente con el TFG y el TFM. 

8)   WhatsApp. Si esta lista de herramientas digitales estuviera centrada en el ámbito personal, esta aplicación de mensajería instantánea, sin duda, ocuparía el primer lugar por razones que no voy a exponer aquí porque no procede. Como lo que nos compete es a nivel académico, a través de ella consulto cualquier duda que pueda tener acerca de una entrega o de las clases con mis compañeros, así como enviar o recibir archivos o fotos de los apuntes y concretar todo lo relativo a los trabajos en grupo. 

9)  Netflix. En más de una ocasión, he podido encontrar en ella algún documental o película relacionado con algún trabajo de clase en esta plataforma que me ha servido de gran ayuda para abordarlo. Además, creo que a nivel docente ofrece una amplia lista de series, películas y documentales que forman parte de la vida de los adolescentes, a partir de los que trabajar aspectos de la asignatura de Lengua Castellana y Literatura en el aula. Así lo ha demostrado Cristian Olivé en su cuenta de twitter.

10)  Google Drive. Conocía esta herramienta desde hace tiempo, pero no la he empezado a usar para los trabajos en grupo hasta este curso académico. Resulta bastante útil y cómoda.  

¿Y mi práctica docente? Tengo que reconocer que dentro del aula aún no he podido recurrir al uso de ninguna herramienta digital, más que las utilizadas en la preparación de las clases. No obstante, estoy descubriendo muchas de ellas –más algunas de las que he mencionado anteriormente– que pueden ser interesantes para trabajar con el alumnado y que, con toda probabilidad, haga uso de ellas en un futuro si las instalaciones del centro lo permiten. En ese sentido, creo que como docentes debemos participar del avance tecnológico que nuestra sociedad está viviendo trasladándolo al aula para reforzar y enriquecer el proceso de enseñanza y aprendizaje, pero nunca debería sustituir nuestra labor. Estamos en un momento oportuno para transformar ese proceso y hacerlo más dinámico a través de estos recursos digitales –en su justa medida–, con el fin de que se adapte a un alumnado nativo digital. 

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